Que nos amemos unos a otros
(1 Juan 3:11-18; Versión Reina-Valera Revisada de 1960.).
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“Hermanos, no hablen mal unos de otros. El que habla mal de su hermano, o lo juzga, habla mal de la ley y la juzga. Y si juzgas a la ley, te haces juez de ella en vez de obedecerla. Solamente hay uno que ha dado la ley y al mismo tiempo es Juez, y es aquel que puede salvar o condenar; tú, en cambio, ¿quién eres para juzgar a tu prójimo?”
(Santiago 4:11, 12; Dios Habla Hoy.).
Afirmación es una organización voluntaria que incluye a una gran variedad de personas e intereses. Por este motivo, no es inusual que personas con ideas muy diferentes entren en conflicto. Las diferencias de opinión no tienen por qué ser necesariamente algo negativo. Una discusión seria y respetuosa, despojada de ataques personales, es un paso positivo. Cuando estas discusiones ocurren, recordemos que podemos criticar ideas, pero no atacar personas. Existe una enorme diferencia entre decir, “Eres un tonto” y decir, “Yo no estoy de acuerdo con la idea que acabas de expresar”.
las siguientes son algunas ideas que pueden ayudar a los miembros de Afirmación a resolver conflictos:
1. Recordemos que el principio más importante es el amor. Tratemos a todos con respeto y con dignidad. Recordemos que el valor de un alma es grande ante la vista de Dios.
2. Recordemos que Afirmación incluye a gente muy diversa: hombres y mujeres, jóvenes y no tan jóvenes, activos e inactivos en la Iglesia, célibes y gente sexualmente activa. Y todos podemos tener un lugar en Afirmación.
3. Recordemos que Afirmación tiene objetivos muy amplios y todos los capítulos funcionan con énfasis diferentes. Algunas personas vienen interesadas en la faceta social (hacer amigos o encontrar pareja). Otros quieren tener experiencias espirituales. Otros están empezando a salir del armario y sienten gran soledad o temor. Otros quieren ser militantes y responder a los líderes de la Iglesia cada vez que éstos hacen o dicen algo contra los gays.
4. Si las diferencias de opinión son serias y respetuosas, la discusión no debe evitarse. Las diferencias deben expresarse sin atacar a nadie. Después de dar su opinión, uno debe admitir ante la otra persona que uno acepta que lo que está expresando es simplemente su opinión personal, que uno no tiene la verdad absoluta, y que tal vez la otra persona sea la que tiene razón.
5. No interrumpamos a la otra persona en la mitad de una frase. Dejémosla terminar de hablar. Escuchemos con cuidado todo lo que dice.
6. Busquemos y enumeremos algunos principios generales en los que uno y la otra persona sí estamos de acuerdo.
7. Si estamos enojados, o heridos, u ofendidos, admitámoslo ante la otra persona. Digámosle cómo nos sentimos y por qué nos sentimos así.
8. Si nos equivocamos, admitámoslo de buena gana; las personas que admiten errores se ganan el respeto de los demás. Y, no olvidemos, somos un grupo de hermanos y amigos, no de enemigos que se están enfrentando en un duelo a muerte.
9. No critiquemos a nadie a sus espaldas diciendo cosas que no le diríamos a la persona de frente.
10. No nos esforcemos por ser el sabelotodo, sermoneando o discurriendo como si fueramos un experto sobre temas que en realidad no conocemos muy bien.
11. Mostremos respeto genuino por las otras personas.
12. No mintamos.
13. No esperemos que la otra persona vaya a actuar siempre de la mejor manera posible. Todos somos humanos y a menudo reaccionamos mal o nos equivocamos.
Sobre todo, nunca debemos olvidar que el amor es lo principal en la vida y en las relaciones interpersonales. Nunca olvidemos que somos todos hijos de un mismo y único Padre, que todo lo sabe, que todo lo ve, y que un día nos pedirá cuentas por la manera en que tratamos a nuestros hermanos y hermanas.
Nadie ha estado jamás obligado a asistir o presentarse a ninguna actividad. Todos quienes lo hacen dan de su tiempo y de sus dones y talentos en forma voluntaria, y de acuerdo a sus circunstancias personales. Esta libertad de acción es un don precioso y que debe ser respetado y fortalecido, porque da a cada cual la responsabilidad de decidir por sí mismo/a lo que es mejor en cada momento.
Es cierto que nuestros números en Santiago han decaído ostensiblemente. Es cierto todo lo que se quiera decir al respecto. Se trata de números. Pero no es menos cierto que esto se debe a nuestros propios, personales y particulares comportamientos, a nuestras propias y personales actitudes. No hay nada malo al reconocerse y decirse. Y nadie debe tomarse las palabras. Nadie pretenda que se le está diciendo en lo personal. Nadie atribuya a estas palabras alguna clase de crítica o de maldad o de animadversión. No. Todos hemos tenido parte en el crecimiento y desarrollo de Afirmación. Y todos hemos tenido la misma responsabilidad en que en estos momentos haya una crisis o un adormilamiento en Santiago. Y esta crisis se superaría inmediatamente si cada cual tuviera claro el norte, si cada uno de nosotros entendiera y comprendiera lo que quiere decir la escritura, cuando dice: “Porque este es el mensaje que habéis oído desde el principio: Que nos amemos unos a otros. No como Caín, que era del maligno y mató a su hermano. ¿Y por qué causa le mató? Porque sus obras eran malas, y las de su hermano justas.” (1 Juan 3:11, 12; Versión Reina-Valera Revisada de 1960.).
Que nadie se mueva a engaño, porque todos y cada uno de nosotros somos responsables por nuestro hermano. Y un día se nos pedirá cuenta. Y, ¿qué diremos? ¿Podremos decir “soy yo, acaso, el guarda de mi hermano”? (Génesis 4:9.). Porque indefectiblemente, la pregunta del Señor no se hará esperar: “¿Qué has hecho?”, nos dirá. Y, ¿qué diremos? De nada servirá decir que nuestro hermano era un pedante o un orgulloso o un porfiado. Porque el Señor nos dirá que la sangre de nuestro hermano clama desde la tierra contra nosotros. (Génesis 4:10.). Porque cada uno de nosotros sí es el guarda de su hermano. Y es responsable por él. Y un día se le pedirá cuentas por su hermano. De nada valdrá decir que uno ha sido fiel al Evangelio, porque ser fiel al Evangelio significa preocuparse por el hermano. De nada valdrá decir que uno cumplió con lo que dijeron los líderes. Porque lo que digan los líderes está relacionado directamente con la salud y el bienestar del prójimo. De nada servirá decir que uno fue fiel a los convenios que hizo, que uno fue fiel a la Iglesia, que uno cumplió con todo lo que el Señor esperaba de uno, que uno estuvo siempre en la Iglesia y que participó fielmente en todas las actividades del barrio y de la estaca, porque todo eso implica directa e indisolublemente que uno estaba genuina y literalmente preocupado por su hermano, por su prójimo. El Evangelio no es ni implica actitudes farisaicas como las de los judíos en tiempos de Jesús, quienes tenían excusas para todo y todo podían explicarlo y a todo podían sustraerse y eximirse esgrimiendo como excusa valedera que todo lo habían consagrado al Señor, o que estaban ellos mismos consagrados al Señor y que con ello cumplían con la Ley. Porque la Ley no es palabra solamente, es la Palabra de Dios, y su cumplimiento es en función de su espíritu más que de su letra.
“Por lo tanto, el que carezca de sabiduría, pídamela, y le daré abundantemente y sin reproche.” (Doctrina y Convenios 42:68.). El Padre da a todos sabiduría para discernir las cosas, para entender y conocer la verdad, para saber todos los asuntos y no errar. Pida cada uno de nosotros al Padre de las luminarias que derrame el don de la sabiduría para que entendamos a cabalidad todas las cosas.
Pero no es correcto que uno critique a los demás, hable mal de su prójimo, o soterradamente trate de sembrar cizaña en medio del sembradío de trigo. No es justo ni es bueno actuar de esa manera.
“Porque en verdad, en verdad os digo que aquel que tiene el espíritu de contención no es mío, sino es del diablo que es el padre de la contención, y él irrita los corazones de los hombres, para que contiendan con ira unos contra otros. He aquí, no es ésta mi doctrina, agitar con ira el corazón de los hombres, el uno contra el otro; antes mi doctrina es ésta, que se acaben tales cosas.” (3 Nefi 11:29, 30.).
“Hermanos, no hablen mal de los demás. El que habla mal del otro, o lo critica, es como si estuviera criticando y hablando mal de la ley de Dios. Lo que ustedes deben hacer es obedecer la ley de Dios, no criticarla. Dios es el único juez. Él nos dio la ley, y es el único que puede decir si somos inocentes o culpables. Por eso no tenemos derecho de criticar a los demás.” (Santiago 4:11, 12; La Biblia en Lenguaje Sencillo.).
Pero si alguien no está de acuerdo con el Propósito de Afirmación, le aconsejo que no participe más en esta Comunidad virtual ni tampoco en los Capítulos actualmente existentes de Afirmación Chile. Para quitar uno su nombre de la Comunidad virtual Afirmación Chile, simplemente manda un e-mail a nuestra dirección: afirchile@hotmail.com, e inmediatamente serás dado de baja de la Lista de Correo y de la Lista de participantes. No existe ninguna clase de represalias, ni temas que vayamos a enviarte mensajes ni nada de eso. O bien, puede seguir las instrucciones que en ese sentido aparecen al pie de página en los mensajes originados de la Lista de Correo de la Comunidad virtual de Afirmación, sección que se reproduce a continuación:
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Cada uno de nosotros es su propio y libre agente, como lo hemos aprendido en la Iglesia. Cada cual es mayor de edad, y puede actuar por sí mismo, libremente, con conocimiento de causa.
Nadie ha llegado a Afirmación bajo amenaza ni bajo ninguna clase de expectativa que no sea la enunciada claramente en todos los documentos que se han publicado o entregado a cada cual y que continúan disponibles en nuestra webpage para quien desee consultarlos.
No somos un mero club social ni un lugar donde encontrar fácilmente compañía temporal. No somos menos que lo que afirmamos ser. Y quien, reitero, no se sienta cómodo o no se sienta identificado con que somos una asociación primaria, primordial y principalmente de carácter espiritual, puede irse, sin preguntas, sin odios, sin temores, sin que nadie lo moleste.
Déjennos permanecer en Afirmación a quienes sí tenemos interés en cosas superiores, en perfeccionarnos, en crecer, en ser más pero en ser mejores.
Es posible que estemos con un período de zarandeo en ciernes, o en medio de él. Solamente el tiempo lo mostrará a las claras.
Antes ya invité a quienes no se sientan a gusto dentro de Afirmación a retirarse en forma honrosa. Ahora invito a los que sí desean permanecer y a crecer con los objetivos, la misión y el propósito de Afirmación en mente y corazón a ser denodados y valerosos.
“Hermanos, ¿no hemos de seguir adelante en una causa tan grande? Avanzad, en vez de retroceder. ¡Valor, hermanos; e id adelante, adelante a la victoria! ¡Regocíjense vuestros corazones y llenaos de alegría” (Doctrina y Convenios 128:22.).