VISITA AL TEMPLO DE SANTIAGO
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El pasado sábado 28 de enero de 2006, a media mañana, iniciamos un viaje que nos llevaría al Templo de Santiago de Chile. Desde Viña del Mar partieron Cecilia y Alejandra, y desde Quilpué lo hicieron Leandro y Brus.
La idea era juntarse un pequeño grupo, para lo cual se enviaron invitaciones por correo electrónico y se hicieron anuncios con anticipación, para que también se unieran a nosotros algunos herman@s y amig@s de Santiago. Hubo telefonazos e intercambio de mensajes por mail.
Al final, en la metroestación Pajaritos nos juntamos los cuatro que viajábamos desde la Región de Valparaíso. Nuevos telefonazos, y todo listo. En la metroestación Pedro de Valdivia se nos unieron Elías, Carlos, y dos chicos más (que son pareja), y empezamos a caminar por la Avenida Pedro de Valdivia hacia el Templo, ubicado en la Avenida Pocuro, una distancia de unas doce cuadras largas, aproximadamente.
Había agobiadores 32º a la sombra. Estábamos en medio de un ciclo de altas temperaturas que elevó los termómetros en Santiago hasta los 36º Celsius. Afortunadamente, en la Región de Valparaíso había amanecido con niebla y un poco de garúa (llovizna), que hacía fresco el día. El valle de Casablanca, en el camino, también estaba cubierto con neblina, lo mismo que el Valle de Curacaví. Una vez que traspusimos el Túnel de Lo Prado, el cielo se mostró semi despejado, con alguna nubosidad alta y algunos bancos de niebla desplazándose hacia el Oeste.
Apenas pusimos pie en el andén de nadada del bus, sentimos el calor. En el metro el calor era soportable. Pero la caminata por la Avenida Pedro de Valdivia nos hizo sentir el calor.
Llegamos a la puerta de la Capilla de Avenida Pocuro, en el complejo de edificios de la Manzana del Templo. Había bastante gente. El grupo se deshizo, y solamente cinco de nosotros llegamos a la entrada. Miramos para todos lados, y no vimos a nadie más conocido. Venía avanzando un grupo grande de personas desde el lado poniente, por la vereda sur de la Avenida Pocuro. Sentimos el empuje de la gente. Sin darnos cuenta estábamos dentro de la Capilla, donde comenzaba el circuito de visita del programa puertas abiertas.
Los cinco sentados. Escuchamos el mensaje de introducción, y luego nos asignaron un guía. De ahí nos llevaron al segundo piso para ver un video sobre los templos y su propósito.
De ahí salimos bien custodiados hacia el Templo. Esperamos un momento al sol, y enseguida se nos hizo entrar, no sin antes cubrir nuestro calzado, y estuvimos en el hall de entrada.
Y de ahí comenzamos a ser guiados a través de las varias dependencias del Templo: el bautisterio, con su pila bautismal sostenida por doce toros; la lavandería, los vestuarios, la Sala de las Novias. Pasamos por la Capilla del Templo. Visitamos la Sala de los Sellamientos, la Sala de las Ordenanzas y la Sala Celestial.
Este último lugar nos hizo recordar muchas cosas. Nadie habló. Fue un momento de silencio, de recogimiento, de conexión interior, espiritual, con nuestro Padre Celestial. Fue un momento muy espiritual, al menos para algunos de nosotros, que no habíamos sentido hacía tanto tiempo los sentimientos y las emociones de estar en la Casa del Señor.
Fue hermoso. Y, por supuesto, más de alguien de nosotros se dijo a sí mismo que un día estaría de nuevo en la Sala Celestial del Templo, como hij@ de Dios, reconocid@ por la Iglesia, con la seguridad de que algún día los líderes sabrán escuchar la voz del Espíritu.
Después de concluido el circuito de la visita guiada de este programa de puertas abiertas, paseamos un rato por los jardines del complejo y luego salimos por Pedro de Valdivia y dimos la vuelta para ver si alguien más hubiera llegado para reunirse con nosotros. No encontramos a nadie más. Pero aprovechamos para tomar fotos del Templo por el frente que da a la Avenida Pocuro.
Después, tomamos una micro, y nos fuimos al departamento de Elías y Carlos, en el centro de la ciudad, donde fuimos atendidos con la ya conocida hospitalidad de Elías: un rico almuerzo, postre, y jugo natural, para pasar el calor que a esa hora campeaba.
Los de provincia nos volvimos después de las 20:00 horas, unos a Quilpué y otras a Viña del Mar.
Tenemos la certeza de que este momento que compartimos no lo olvidaremos muy fácilmente, que fue un excelente momento no solamente para compartir, sino para acercarnos a nuestra naturaleza espiritual, a nuestros orígenes, a nuestra fe.
Esperamos que otr@s puedan tener la oportunidad de gozarse en el momento que nosotr@s gozamos, un tiempo de espiritualidad, de compañerismo, de amistad, de fraternidad, un momento en que nos sentimos muy cerca los un@s de los otr@s, y, sobre todo, de nuestro Padre Celestial.